Sobre Yamandú Acosta, Reflexiones desde “Nuestra América”. Estudios latinoamericanos de historias de las ideas y filosofía de la práctica, Nordam-Comunidad, Montevideo, 2012, 164 págs.
El profesor Yamandú Acosta tributa en
este libro un homenaje a algunos de sus maestros, como por ejemplo Mario
Sambarino o Arturo Roig, pero esa generosidad en su reconocimiento no nos
impide advertir, y por cierto valorar, su voz propia como filósofo e
intelectual crítico, que es lo que aquí, muy brevemente intentaré
rescatar. Para decirlo con un golpe de
vista, su libro nos presenta –lo digo sin temor a exagerar- claves teóricas
sustantivas para re-construir un concepto latinoamericanista o mejor,
nuestroamericanista de democracia, y aun, de revoluciones democráticas –el
plural sería indispensable- para el siglo XXI.
Con este horizonte de sentido, el
filósofo uruguayo Yamandú Acosta propone una relectura del clásico de Martí
“Nuestra América”, no meramente como el documento letrado y el texto canónico
que es, sino desde una hermenéutica renovadora y revitalizante, por la cual
asistimos a un referente utópico vigente, en función de su validez
crítico-reguladora, liberadora de todo determinismo legaliforme, concebida
desde su fuerza simbólica anticipatoria del futuro. Esta función utópica es
constitutiva de la forma de subjetividad de las articulaciones emergentes.
Si se puede advertir en una primera
aproximación que aquí se prosigue la antropología de la emergencia de Arturo
Roig, es menester consignar que la lectura de Yamandú Acosta, además, viene imbricada
en la filosofía de la práctica de Mario Sambarino, que avanza por un cauce
original. El filósofo uruguayo exhibe que el nosotros histórico que se constituye eventualmente en relación a la
tensión entre el nosotros tópico y el
nosotros utópico -que el escrito
martiano construye narrativamente-, oficia de paradigma filosófico fundante
para la reflexión filosófica poscolonial. Dicha operación procura la
constitución de un nosotros no homogeneizador e integrador de la diversidad,
que habilita la construcción del proyecto histórico de una América Posible,
erigida sobre un ethos de la dignidad.
La lectura filosófica de Yamandú Acosta implica
también una torsión kantiana, por medio de la cual criba, en clave
trascendental, el texto fundacional del prócer cubano. Para ello nos recuerda que la filosofía
crítica de Kant, con la que alcanza su culminación clásica la modernidad ilustrada,
logra separar y relacionar constructivamente, las esferas del pensamiento
especulativo (metafísica), del conocimiento propiamente tal (ciencia) y de la
acción humana (moral). Resulta así que, por ejemplo, la idea de Dios es pensada
especulativamente, no siendo susceptible de conocimiento propiamente dicho, ni
de realización práctica. Por ello Kant pone límites a la razón. Así lo perfecto
(Dios) ni puede ser conocido, ni puede ser realizado. No obstante es pensando, y este pensamiento tiene
sentido para orientar, en tanto idea reguladora, nuestro comportamiento
histórico-social en la perspectiva de un progreso moral indefinido. Ello es
posible desde que la conciencia crítica supera la ilusión trascendental de
alcanzar teórica o prácticamente, aquello que solamente puede ser pensado. Tal
es el sentido de las ideas reguladoras
en el idealismo trascendental, que Kant mismo identifica como realismo crítico.
Yamandú Acosta sostiene, en
consecuencia, que Nuestra América,
incluyendo en dicha expresión tanto al título como al texto, tiene desde su
formulación para los habitantes de esta América, el carácter de una idea reguladora en el sentido kantiano.
El filósofo uruguayo no pretender adjudicarle a Martí pretensiones
epistemológicas que no surgen ni de su texto, ni del contexto de su riquísima
producción escrita, ni de la líneas dominantes de su praxis humana. Pero sí cree, con todo, que puede afirmarse que Nuestra América implica un nosotros, el nosotrosnuestroamericano que, en términos de plenitud y perfección,
no puede ser realizado. No obstante, el que pueda ser pensado y postulado, es lo que Nuestra
América hace desde el reconocimiento
del nosotros empíricamente dado en
1891. Lo hace en términos de una heterogeneidad étnico-socio-cultural de
carácter indo-afro-ibero-americana, de la que el texto da cuenta (las
aposiciones están justificadas). De modo el ideario martiano comporta la
introducción de una orientación crítico-reguladora, que frente a las líneas
hegemónicas de la modernidad exógenamente impuestas y endógenamente adoptadas
por el pensamiento dominante, opone la heterogeneidad
de las diferencias a las asimetrías que menoscaban la dignidad humana, cuya referencia es el ‘cuerpo’ del ‘hombre
natural’, caudal para la construcción de un nosotros
alternativo a las orientaciones hegemónicas de la modernidad.
De acuerdo con esta clave
crítico-regulativa de lectura, Nuestra
América de José Martí, condensa en 1891 una utopía ético-política de
unidad, revolución y democracia. Desde el punto de vista hermenéutico de
Yamandú Acosta, Martí, al postular “la razón de todos en las cosas de todos, y
no la razón universitaria de unos sobre la razón campestre de otros”, establece
los ejes procedimentales de una democracia
participativa universal incluyente como alternativa a las tecnodemocracias
delegativas, que hoy vacían de sustancia a las democracias realmente
existentes. Se trata –lee Yamandú Acosta-
de orientar la praxis colectiva hacia una dirección de plenitud utópica, que
transformaría el arte de la posible, en una idea de la política como arte de
hacer posible lo necesario.
En un plano de apertura aun mayor, el
libro de Yamandú Acosta confluye en una conceptualización renovada de la
filosofía latinoamericana misma, que él prefiere re-denominar como “filosofía
nuestroafroamericana”. Entre otros aspectos, esta representación conceptual
toma a su cargo el problema del actual sujeto diaspórico, más concretamente,
afrodiaspórico. Ello supone ampliar el alcance categorial del “a priori
antropológico”. Nuestro autor observa que la fragmentación social, cultural,
política e identitaria que actualmente padecemos, es constitutiva de la lógica
de la globalización, especialmente por su sentido de totalización de los
mercados, impulsada por las burocracias privadas transnacionales. Este fenómeno
se intensifica dramáticamente en la diáspora africana, que se incrementa en las
últimas décadas como producto del empobrecimiento estructural que general la
propia globalización.
Frente a este contexto ominoso de
neocolonialismo, Yamandú Acosta propone la tesis que la constitución de un sujeto
nuestroafroamericano, y su eventual transformación de la diáspora, puede
encontrar en la implementación del programa utópico propuesto, en convergencia
con otros ejercicios de afirmación discursiva, social, cultural y política,
mediaciones para elaborar nuevos sentidos de comunidad e identidad.
Significaciones colectivas que, en referencia a la comunidad utópica imaginada
desde los distintos lugares de enunciación, al ayudar a proyectar e instituir
prácticas de autonomía y emancipación, lo hagan también con la emancipación
universal humana.
Como advertimos, este nuevo libro del
profesor Yamandú Acosta contribuye a ampliar los horizontes
filosófico-políticos de Nuestra América, y sienta las indispensables bases
solidarias y fraternas inter-continentales sin las cuales no será posible
constituir un Sur liberado. Un Sur americano y africano que resuena en nuestros
oídos como la topía anhelada de la utopía de la humanidad plena y autorrealizada
como un fin en sí mismo. Que no puede dejar de representarse bajo un único
rostro cultural, ni pretender fundarse desde un único horizonte
espacio-temporal de posibilidades.